La conciencia sobre el papel que desempeñan un sistema educativo
en constante ascenso y la capacidad de producir nuevos conocimientos, en el crecimiento continuo de la estabilidad de las economías, existe tanto en los países desarrollados como en aquellos que van seriamente en camino de serlo. En el caso particular de nuestro país, antes de preguntarnos si dicha conciencia existe, deberíamos reflexionar sobre si es uno de los países subdesarrollados que seriamente quieren ir en la búsqueda de un avance hacia un desarrollo sustentable. Pero a éste último interrogante, lo dejamos a un lado para los estudios estrictamente sociológicos, y nos remitimos a responder al primero con un negativa: no existe seria conciencia, aunque sí algunos indicios de su posible o débil existencia.
En la actualidad, la investigación científica y tecnológica -y la innovación en dicho contexto- adquiere una significación cada vez mayor para alimentar el desarrollo de los Estados. Las capacidades creativas, son condición indispensable para asumir la globalización desde un punto de Vista competitivo.
Estas reflexiones, deben ser asumidas por países como el nuestro, a modo de lección, con firme convicción y conciencia, ya que el desarrollo económico depende en gran medida del aporte de los emprendedores, creadores, inventores, descubridores.
En el Octavo Congreso Internacional de la Red de Comunicación
Pública de la Ciencia y la Tecnología, que se realizó en el Fórum Universal de las Culturas, Barcelona 2004, el director del Observatorio de la Comunicación Científica de la Universitat Pompeu Fabra, Vladimir de Semir, afirmó:
El conocimiento científico puede servir para establecer puentes de entendimiento entre las culturas. Las sociedades pueden entender y participar en la propia evolución de este conocimiento esencial para la supervivencia, racionalizando y mejorando la utilización de los recursos del planeta [...] con la voluntad de que disminuyan las grandes diferencias educativas, sociales, económicas y, en general, de oportunidades que nos separan a unos de otros.
Apreciamos entonces, que no sólo el desarrollo económico se ve
beneficiado por la innovación científico tecnológica, sino también las
culturas, que mediante la colaboración mutua pueden llegar a mejores
entendimientos, negociaciones más justas y equilibradas para todos los intervinientes. Entendemos que el primer paso debe darle el Estado, mediante el fomento a la innovación que estudiamos a través de mayores financiamientos para las Universidades.
En estas últimas, el segundo paso, pero no por ello menos importante, es el de los docentes, quienes están en contacto permanente y directo con quienes serán los futuros creadores e innovadores. Los docentes universitarios deben contar con herramientas académicas y financieras para poder promover el desarrollo de la ciencia.
En efecto, Nora Bär, en una nota para el diario La Nación, del año 2004, titulada "Manos a la obra", refiere a dos documentos que se dieron a Conocer en Octubre de dicho año: el Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas, encabezado por Jeffrey Sachs, y otro del Banco Mundial; en ellos se subraya, respectivamente: "[...] la necesidad de desarrollar instituciones que ofrezcan asesoramiento científico, de mejorar la educación científica en las universidades y de promover el desarrollo de lazos más estrechos entre las empresas y los investigadores." y "[...] el valor de la innovación como ruta al crecimiento económico".
El doctor Carmelo Felice, profesor de la Universidad Nacional de
Tucumán e investigador adjunto del CONICET, ha referido que el Estado de Alemania, a través del Ministerio para la Educación y la Ciencia, considera a la investigación científica, como un medio que le abre la posibilidad al país, junto al patentamiento de las invenciones, de asegurar el futuro de la nación, agregando -respecto de nuestro país- que el hecho de que cada universidad posea un parque tecnológico de alta tecnología, no es un sueño sino un proyecto posible En la tercera jornada del ciclo "Encuentros con gente notable" que comenzó en abril del año 2004, el periodista Guillermo Saavedra consultó al Dr. Antonio Paris, rector de la Universidad central de Venezuela, sobre la posibilidad actual de se pueda hacer en nuestro país investigación científica, a lo cual este último respondió: "Se puede. El problema es que tenemos que hacer un esfuerzo para que esa creatividad no languidezca".
Entonces se puede deducir que la creatividad está presente en un incontable número de actividades en la vida de todo ser humano, dichas actividades motivan el desarrollo de sus potencialidades al crear.
El fomentar la creatividad requiere de condiciones propicias como acceso a la información, recursos así como el tener un paradigma holista que sirva como base para que surja el genio creativo de los aprendices.
Así mismo la tarea de ser docente ya no es lo que era. Hoy en día se tienen que tomar en cuenta una diversidad de aspectos sobre los cuales decidir como la planificación, los procesos curriculares, la evaluación, entre otros.
Como conclusión parafraseando lo expresado por Rojas de E. (2.004), el docente tendría esta titánica tarea de fomentar y modelar la formación de la personalidad de los estudiantes, donde tiene que valerse de herramientas innovadoras además de su profesionalismo lo que convertiría a la creatividad en la esencia de la integración docente- estudiante como un binomio provisto de luz propia que irradie el rayo de sapiencia en beneficio de su entorno y cuyo producto final sería un aprendizaje significativo.
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